Después de todo, ¿qué es la felicidad?
La felicidad es algo que todo el mundo busca.
¿Pero significa conquistar o ganar todo lo que nos gusta, todo lo que deseamos? ¿Una mujer hermosa o un hombre maravilloso para casarse? ¿Una hermosa casa para vivir? ¿Ese gran coche de nuestros sueños? ¿O ganar la lotería? ¿Y con ello, poder comprar todo lo que queramos?
Todo ello nos proporciona momentos de gran satisfacción, alegría y felicidad. Y esta sensación puede durar unas horas, unos días o incluso semanas o meses o incluso más.
Sin embargo, nada de esto dura mucho tiempo, y mucho menos para toda la vida. ¡Cuántos amores apasionados terminan en conflictos y en los barrotes de los tribunales! La casa se desgasta, se queda pequeña, está situada en un barrio que se ha convertido en un problema. El coche tiene cuotas que pagar, se desgasta, tiene que ser revisado, pasa de moda.
El dinero de la lotería es finito, se puede acabar, puede darme un dolor de cabeza de preocupación si me lo roban, o lo saquean los familiares y los innumerables amigos que aparecen. Así que tratemos de entender hoy qué es realmente la Felicidad.
¿Qué tipo de felicidad buscamos?
El santo, el delincuente, el político, el empresario, el empleado, el deportista y el hombre más importante siempre se esfuerzan por buscar la felicidad. Y para este objetivo, utilizan los recursos que tienen. A su manera, corren detrás de la felicidad.
Todos los esfuerzos de personas, grupos y naciones pueden resumirse en este contexto. Todos estamos siempre en busca de la felicidad.
Además, se puede afirmar que todas las personas (y los seres) desean la felicidad o las situaciones agradables, librándose del sufrimiento o de los malos acontecimientos. Forma parte de la lucha por la supervivencia de los seres en general y de los humanos, sin excepción.
Sin embargo, este estado de alegría es transitorio. Como el sabor de algo dulce, cuyo placer se acaba pronto. El primer bocado de un pastel de chocolate nos produce un gran placer, que con el tiempo da paso a la mera satisfacción o incluso a la náusea.
Felicidad efímera
Nuestra sociedad nos ha enseñado que el cumplimiento de nuestros deseos es la verdadera felicidad. Nos sentimos tentados por las redes sociales, los anuncios de turismo y los programas de televisión, que nos presentan visiones de paraísos a los que llegar mediante un bonito viaje en coche o en avión. Las empresas nos muestran las "nuevas" versiones de sus productos, invitándonos a descartar las antiguas, todavía perfectamente utilizables.
Así, lo que existe es la filosofía de que hay que adquirir más y más. La felicidad prometida es tener algo, ser alguien, poder estar en algún lugar especial.
Las personas tienden a sentirse inadecuadas o fuera de lugar cuando no pueden mantener un determinado estilo de vida. La felicidad se convierte entonces en el mundo en el que la gente busca aparecer, ascender en la vida, destacar.
De hecho, es bueno disfrutar de lo que da placer. La vida cotidiana nos pide que lo hagamos. Pero es bueno ser consciente de que todo esto puede ser fuente de aburrimiento, de sufrimiento.
Este apego a las cosas o a las personas puede llevar a mucha agresividad y violencia en la convivencia humana, puede llevar a una vida de disfraces y mentiras. En casos extremos, puede incluso llevar a dejar de vivir.
La gran cuestión es que cada victoria contiene pérdidas y cansancio, cada conquista de un trofeo marca el inicio de la búsqueda del siguiente. Y cuando se pierde, llega esa frustración, que a menudo desemboca en una depresión o incluso en una búsqueda de culpables.
La gente en general confunde la felicidad con el placer. Y una felicidad que depende del placer físico es inestable.
Felicidad plena
La mayoría de la gente anhela una vida en la que las alegrías momentáneas del éxtasis puedan convertirse en algo permanente. Alcanzar el estado de alegría y felicidad es el propósito final y la condición de la vida superior.
Sin embargo, la felicidad o la alegría no se encuentran en algún lugar del después, sino donde estamos ahora. Alegría que surge de nuestra práctica de la fe en nosotros mismos, de la fe en la vida y en cómo la conducimos y en el sentido más profundo de la vida que visualizamos para nosotros a través de nuestras creencias.
¿Existe entonces una felicidad "para toda la vida", como se canta a los amores en prosa y en verso? ¿Existe una felicidad permanente?
Pues bien, la felicidad condicionada se crea en nuestra mente, y se refiere a una situación externa que hay que conquistar. Y siempre se refiere a un propósito, un deseo, una meta. ¿Pero no hay un propósito más elevado? ¿Algo más perenne?
Entendamos una cosa: satisfacer las necesidades físicas fundamentales de alimentación, vestido, vivienda y salud es indispensable para vivir.
Sin embargo, la felicidad viene determinada más por el estado de ánimo de la persona que por los acontecimientos externos. Cuanto mayor sea el nivel de serenidad de la mente, mayor será nuestra tranquilidad y nuestra capacidad de llevar una vida feliz y placentera.
La felicidad plena es del corazón, es propia de la vida, está siempre presente y no necesita ser creada ni conquistada. La felicidad plena sólo puede vivirse en el momento presente, en el aquí y ahora.
Es otro tipo de felicidad, llamada felicidad incondicionada. No depende de nada ni de nadie y se encuentra dentro de nosotros. Cuando conseguimos activar esta felicidad, es totalmente gratuita, fomentando la alegría y la paz interior.
Este sentimiento viene de cuando nos sentimos Uno en nuestro cuerpo físico y lo sentimos conectado a todo, a todos los seres del universo. Es cuando nos sentimos Uno y sabemos que somos expresión individualizada de la Fuente creadora de todo.
El propósito de la vida
Este sentimiento y conciencia de la unidad hace que palpite en nosotros un sentido y un propósito de vida reales y profundos. La felicidad se convierte entonces en el verdadero propósito de nuestra existencia humana.
No hacemos nada sin un propósito en la vida. Siempre tenemos algo en mente, consciente o inconscientemente. Siempre queremos conseguir algo, lograr algo, alcanzar algún resultado.
Depende de nosotros si nos conformamos con hacer de nuestra vida una búsqueda continua, frustrante y a veces desesperada de propósitos intermitentes e inestables, o si hacemos de nuestra vida un gran propósito de realización plena, que se vive en el aquí y ahora que trasciende el tiempo y el espacio.
El "aquí y ahora
El "aquí-ahora" es un estado pleno y lúcido, lleno de paz y alegría, que puede hacer que nuestro fondo cotidiano sea transitorio, procesal. No se trata de una alienación ni de una especie de evasión o "paz y amor", sino de la manifestación de nuestra profunda riqueza interior.
Vivir el aquí-ahora contiene una aceptación plena del pasado, con todos sus logros y alegrías y todos sus dolores, penas y frustraciones. También contiene una mirada al futuro o incluso la planificación del mismo, pero no contiene apego al pasado, ni angustia por el futuro.
La felicidad viene determinada más por el estado de ánimo de una persona que por los acontecimientos externos.Cuanto mayor sea el nivel de serenidad de la mente, mayor será nuestra tranquilidad y nuestra capacidad para llevar una vida feliz y agradable.
La adopción de la felicidad como un objetivo legítimo y la decisión consciente de perseguir la felicidad de forma sistemática pueden ejercer un profundo cambio en el resto de nuestras vidas.
Finalmente
Nos merecemos ser felices. Merecemos disfrutar de la vida, de la vida tal y como es, vivir con alegría, sin importar los dolores y las dificultades, que siempre son fugaces, mientras la vida sigue su curso. La vida hay que celebrarla, festejarla.
La felicidad es un viaje de realización continua, no un punto de llegada.
Y recuerda:
La felicidad y el sufrimiento no están en las cosas en sí, sino en cómo las vemos y nos relacionamos con ellas.
Busca la serenidad y mira a tu alrededor con amor.
Sé bueno y planta semillas que puedan florecer en felicidad. Para ello, reflexiona antes de actuar, antes de hablar e incluso antes de pensar. Actúa con gratitud hacia las personas.
Practica el desapego. Suéltalo. Abre la mano. Suelta lo que te ata. ¡Y que la vida venga con sus sorpresas y maravillas!
Las personas felices suelen ser más sociables y capaces de soportar las frustraciones, suelen ser más cariñosas y estar dispuestas a perdonar.
La felicidad es estar bien con tu cuerpo, mente y espíritu. Es vivir en paz, una paz interior que nada puede quitar.
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